Ley Olimpia
En las últimas semanas el Congreso de la Nación aprobó la Ley Olimpia, un paso fundamental en el reconocimiento, la prevención y la reparación de la violencia de género en entornos digitales.
Ley Olimpia
La semana pasada se publicó en el Boletín Oficial la Ley 27.736, más conocida como Ley Olimpia, que incorpora la violencia contra las mujeres en entornos digitales como una modalidad de violencia de género y con ello modifica a la Ley 26.485 (de protección integral para erradicar la violencia contra las mujeres). Además, la normativa prevé una serie de medidas de protección, entre las que se encuentra que la Justicia pueda ordenar a las plataformas digitales que retiren los contenidos que generan la violencia específica.
De acuerdo con el texto de la norma, la violencia digital incluye actos que atenten contra la integridad, dignidad, identidad, libertad, acceso y permanencia de las mujeres en el espacio digital; como así también aquellas acciones que impliquen la obtención, reproducción y difusión sin consentimiento de material digital real o editado, íntimo o de desnudez. Asimismo, la ley protege a las mujeres de la reproducción en el espacio digital de discursos de odio misóginos y patrones estereotipados sexistas; situaciones de acoso, amenaza, extorsión, control o espionaje de la actividad virtual, accesos no autorizados a dispositivos electrónicos o cuentas en línea; robo y difusión no consentida de datos personales; y de acciones que atenten contra la integridad sexual de las mujeres.
La norma lleva el nombre de Ley Olimpia en referencia a la activista mexicana Olimpia Coral Melo, quien fue víctima de la difusión sin su consentimiento de un video íntimo por parte de su novio cuando ella tenía 18 años. En 2014, Olimpia presentó un proyecto de ley en la legislatura del estado de Puebla para que se reconozca la violencia digital y se sancionen los delitos que violen la intimidad sexual de las personas a través de medios digitales, iniciativa que fue aprobada en más de veinte Estados y también a nivel federal. En las últimas semanas, Coral Melo participó del proceso de discusión y aprobación de la ley en Argentina.
La sanción de esta ley me parece una excelente noticia porque implica, por un lado, el reconocimiento de que la violencia de género a través de medios digitales existe (algo que resulta bastante obvio), pero además plantea no solo la reparación sino también la prevención de una forma de acoso y extorsión muy difundidas en los últimos años. Por un lado, la ley habla de prevención al decir que se debe implementar un servicio gratuito para brindar contención, información y asesoramiento a las víctimas, como así también incorporar en las clases de educación sexual integral la enseñanza de buenas prácticas en el uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y de la identificación de las violencias digitales. En cuanto a la reparación, la ley permite que se ordene al presunto agresor que cese en los actos de perturbación o intimidación y que se le prohíba el contacto a través de cualquier medio con la mujer que padece violencia; y asimismo permite que se ordene a las plataformas digitales, redes sociales, o sitios web que se eliminen los contenidos que constituyan un ejercicio de la violencia digital.
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Próximos pasos
Quizá la cuestión más compleja de resolver sea ahora la aprobación de la Ley Belén, que busca que se sancione penalmente, con prisión de tres meses a dos años, a quien “por cualquier medio, sin autorización de la víctima o mediando engaño, videograbe, audiograbe, fotografíe, filme o elabore documentos con contenidos de desnudez, naturaleza sexual o representaciones sexuales explícitas”. Esta ley, que apunta a individualizar y sancionar a los responsables de grabar pero también de difundir y compartir imágenes privadas de mujeres, se encuentra trabada en la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados. La norma es conocida como ley Belén en homenaje a Belén San Román, una agente de la Policía Bonaerense que se suicidó en 2020 tras ser extorsionada con la difusión de videos íntimos. En otras palabras, con la Ley Belén se busca que este tipo de violencia contra las mujeres y disidencias también constituya un delito.
En cuanto a la Ley Olimpia, la Cámara de Diputados le dio media sanción con amplia mayoría (obtuvo 191 votos a favor, solo dos votos en contra —de Javier Milei y Victoria Villarruel— y una abstención de Carlos Zapata —Ahora Patria en alianza con La Libertad Avanza—) y luego pasó al Senado, que la aprobó por unanimidad. Para puntualizar algunos aspectos de la ley hablé con Mónica Macha, que es la diputada que impulsó el proyecto de ley en el Congreso.
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Tres preguntas a Mónica Macha
¿Cuáles fueron las motivaciones para impulsar esta ley?
Las motivaciones para impulsar esta ley están vinculadas a una demanda de organizaciones de activistas feministas que vienen trabajando en relación a lo que sucede en el entorno digital, entonces en principio se trató de una demanda de proyectos vinculados a GENTIC (Organización Género y TIC), también al grupo “Ley Olimpia en Argentina” y también de Olimpia Coral Melo, que fue parte del proceso de diseño de los proyectos de Ley Olimpia y Ley Belén. También fue parte del impulso el papá de Belén, Marcelo San Román. Entonces, en principio, las motivaciones fueron poder situar la problemática, poder diseñar estos proyectos para la prevención, para el acompañamiento y la asistencia de las víctimas y sobrevivientes de la violencia digital. Esto en función de la Ley Olimpia. Y también de cómo buscar, a partir de un Estado presente, acciones de política pública que permitan tanto prevenir como generar espacios, capacitación, equipos, y que permitan el tratamiento y acompañamiento de estas situaciones.
¿Hubo resistencias en el recorrido del proyecto?
En relación al recorrido de la Ley Olimpia no encontramos resistencias, se pudo trabajar en comisiones con un acompañamiento unánime y en el recinto con una gran mayoría a favor: en el Senado por unanimidad, en Diputados solamente 3 votos en contra. O sea que no es un proyecto que haya tenido resistencias. Pero sí encuentro resistencias en el proyecto de Ley Belén, que lo que propone es la incorporación de la violencia digital al Código Penal, es decir, que empiece a constituirse en delito. Ahí si hay más resistencias, de hecho, no hemos logrado avanzar todavía en la Comisión de Legislación Penal, que es donde está el proyecto, porque hay una discusión sobre las penalidades. Para nosotras es importante que la penalidad sea tanto para la persona que sube contenido sin consentimiento como para aquellos y aquellas que lo difunden. Y en ese punto hay una discusión que hace que sea más dificultoso ese tratamiento.
¿Qué relación hay entre la violencia digital y otras formas de violencia de género?
La violencia digital es un proceso y un fenómeno mucho más amplio que implica distintas acciones: incluye el robo de datos, el hackeo de celulares, las fake news. Todo eso es parte de la violencia digital. Cuando eso se articula con la violencia por motivos de género —y está más vinculado tal vez a esa articulación entre violencia sexual y violencia digital—, da cuenta de cómo se pone en juego en el entorno digital la violencia por motivos de género, que en definitiva lo que hace es constituir una especificidad de la violencia en el entorno digital, pero que se apoya fuertemente sobre todas las instancias que implican la violencia por motivos de género, porque ahí está el tratamiento del cuerpo de las mujeres y disidencias.
Se articula con la situación de sitios pornográficos que hay en el país, se articula también con esta lógica tan presente todavía en nuestra sociedad, que es que frente a un hecho de violencia por motivos de género se culpe a la víctima, y en la violencia digital esto se puede observar también, cuando por ejemplo frente a la viralización o difusión del material íntimo de una persona sin su consentimiento tal vez surgen cuestiones como decir “¿para qué te sacaste una foto, para qué te filmaste?”. Esa instancia de culpar a la víctima también se presenta en este tipo de violencia. Esta articulación que se da entre ambas violencias me parece central.
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